La Lleida contemporánea de 1930 a 1931. Perfil y detección del modelo de las elites, sus bases económicas, su proceso relacional y la posición social y la posición política en el contexto global del advenimiento de la II República española. Por D. Albert Balada i Abella, Licenciado en Ciencias Políticas y sociología.
Trabajo de investigación doctoral “Élites en el primer tercio del siglo XX” (Cód.0903908). Curso 2006/2007 programa de doctorado: “Liberalismo y democracia en el mundo contemporáneo” (Cód. 09803003).
Director: D. José Luís Gómez-Navarro Navarrete.
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional E. D. - Departamento de Historia Social y del Pensamiento Político
Lleida, 31 de junio de 2007.
“...Del llim d’aquesta terra amarada de plors el meu anhel es desarrela. Morir deu ésser bell, com lliscar sense esforç en una nau sense timó, ni rems, ni vela, ni llast de records! ...”
« DOLÇ ÀNGEL DE LA MORT... » Màrius Torres, Septiembre de 1936
Màrius Torres nació el 30 de agosto de 1910 en Lleida, y murió el 29 de diciembre de 1942 en el sanatorio de Puig d'Olena, donde había sido internado a fines de 1935. En esa institución escribió casi todos sus poemas importantes. Màrius Torres murió inédito; la primera edición de sus POESIES, que contenía 96 poemas, apareció en 1947 en México, publicada por el escritor Joan Sales. La defensa de la vida, que aparece incluso en los poemas más sombríos de Màrius Torres, probablemente debe mucho a la confianza y a la alegría que protegieron sus años infantiles. Màrius vivió en una casa culta y liberal, era hijo y nieto de republicanos, médicos, como él, y diputados. Su padre, Humbert Torres, lo fue del parlamento español y del catalán, y fue el primer alcalde de lleida elegido democráticamente. Se dice que su madre, Maria Pereña, fue la que transmitió a Màrius Torres su amor por la música que acabaría siendo un símbolo de su combate por la vida y por la obra poética.
DEDICATORIA.
Quiero hacer una dedicatoria muy en especial, del presente estudio, a mi abuelo paterno, el Sr. Isidro Balada i Viladegut, valiente valedor de los ideales republicanos, que le llevó a participar en la defensa del gobierno legítimo de la II República española sirviendo en el cuerpo de Carabineros, forzado al exilio con la victoria de los sublevados en 1.939, exilio del que regresaría en 1.949, una vez finalizada la segunda contienda mundial y después de haber sufrido cautiverio en los campos de trabajo nazis y haber vivido y contribuido a la liberación europea.
ÍNDICE
I Epílogo.
II Introducción.
III Las elites: concepto y contexto.
IV El papel de la acción urbanizadora y el crecimiento demográfico.
V El papel del Estamento militar y su estatus.
VI El papel de los medios de comunicación.
VII El papel de la Iglesia católica, de la clerecía y de los católicos.
VIII El papel de las instituciones educativas. El Liceo Escolar.
IX Las variables socio-económicas.
X Bibliografía.
Anexo I
Anexo II
Anexo III
Anexo IV
Anexo V
I. EPILOGO
He de agradecer sobremanera y muy especialmente, los comentarios y consejos del profesor Jaume Barrull[1], experto en el estudio historiográfico del primer tercio del siglo XX, en particular del advenimiento de la república, y amigo personal, cuyas recomendaciones en cuanto al reconocimiento de las elites y su perfiles, tanto a través de los medios de comunicación de la época en la ciudad de Lleida, que me han llevado a su estudio en los archivos de la hemeroteca histórica de la Fundación pública Instituto de Estudios Ilerdenses de la Ilma. Diputación provincial de Lleida, como a través de toda una serie de variables que he ido encontrando tanto en el Instituto Nacional de Estadística, como en algunos autores a los que me referiré a lo largo del texto y en la bibliografía utilizada, me han permitido la posibilidad de adentrarme adecuadamente en la elaboración del presente estudio.
También debo reconocer como muy importante la intangible aportación de la profesora Conxita Mir[2] que con su estudio doctoral sobre el caciquismo político y la lucha electoral, al que me referiré en diferentes ocasiones a lo largo de este trabajo, y que me descubre aspectos que, como ella misma refiere, en lo que es un trabajo histórico como el realizado por ella, se abarcan aspectos propios de la Ciencia Política y de la Sociología, motivo por el cual me ha sido de tanta utilidad en la elaboración del presente trabajo.
El presente estudio ha basado su metodología en el estudio de diferentes autores que han abundado en el recorrido histórico de la ciudad de Lleida, así como documentación relevante que puede aportarnos en el ámbito de la Ciencia política y la Sociología razones de la interpretación de la coyuntura social y política del período que se somete a estudio, abundando en la posibilidad que el período ofrece tanto a historiadores como antropólogos, politólogos y sociólogos, por la trascendencia que en la historia de nuestro país entiende el autor que pudo tener el período “de transición” que se evoca.
Las aportaciones que se deducen de este trabajo se alcanzan a partir del análisis de diferentes variables independientes como el papel que juegan la demografía y los factores migratorios en la configuración de la nueva sociedad, o cual fue el papel que jugaron instituciones como el ejército y la iglesia católica y sus miembros en tal configuración. Se reserva un apartado a los medios de comunicación que se desarrollaron en una etapa de efervescencia de los medios de comunicación de masas, al que habría de añadirse también el papel de la radiodifusión que en la etapa que nos ocupa tuvo muy escasa relevancia.
También nos hemos propuesto analizar el producto de las raíces de la “Institución Libre de Enseñanza” que tuvieron su parangón local en la ciudad de Lleida en la institución del “Liceo Escolar”, cuyo papel formador e informador de una determinada visión de la sociedad sería duramente castigado ya en plena guerra civil con el bombardeo de los aliados de las fuerzas sublevadas.
Y concluimos el trabajo con el análisis de las variables socio-económicas que habrían de incidir sobremanera en la prefiguración de la sociedad republicana en la ciudad de Lleida a partir de los datos que nos aportan diferentes autores y de las estadísticas oficiales que se citan.
II. INTRODUCCIÓN.
Afirma el profesor Manuel Tuñón de Lara[3], que “un hecho importante durante la dictadura (del General Primo de Rivera) es la existencia de unas elites provinciales y regionales, tanto políticas como económicas que, si por un lado expresan los cambios de personal habidos, por otro traducen la continuidad de la dominación social existente”, élites que en definitiva se mantienen a lo largo de la dictadura y posterior advenimiento de la república, con unos posicionamientos que este trabajo pretende dilucidar.
El profesor de historia de la Universidad de Lleida i Vice-rector de la misma, Jaume Barrull[4], en una entrevista concedida l periódico local “La Mañana”, ante la pregunta de cual era la situación antes de la caída de la dictadura i como fue el advenimiento de la República, nos hace la siguiente reflexión sobre el año que antecede al advenimiento de la República: “…Así nos encontramos en un año de una gran inestabilidad política y también de una cierta ambigüedad.”, en otro momento de la entrevista realizada por el periodista Jesús Piñol Fontova, afirma, refiriéndose al momento temporal concreto que origina el presente estudio: “…Europa esta sumergida en una doble crisis: la político social, derivad de la primera guerra mundial, con la aparición de la revolución soviética i el ascenso de los fascismos, y, por otro lado, la coyuntura surgida de la crisis económica de 1.929…”; y en otro de la entrevista afirma que “…En ese momento están cayendo los regímenes democráticos a favor de las dictaduras, mientras que en España se de acabará declarando una república democrática, vamos a contracorriente” .
Necesitamos escapar, sin embargo, de una narración de acontecimientos que nos refieran una causalidad lineal o de una linealidad casual, huir de lo que podría denominarse la jaula del determinismo histórico, para encontrarnos con el enfrentamiento entre dos temporalidades la temporalidad surgida de la Restauración y la nueva temporalidad que acabaría con el advenimiento republicano, dos maneras, sin dudas de valorar las perspectivas, de interpretar la sociedad y su contexto, del modelo de dependencia sobre el que se asentaba el modelo tradicional de las relaciones sociales, al modelo del nuevo dinamismo de las nuevas urbes de las sociedades de masas, con avatares que alteraron el arraigado orden.
Debemos entender pues para poder proceder al estudio que nos proponemos, que los viejos estatus irían cediendo, de hecho, su papel a una nueva sociedad fruto de las nuevas jerarquías emergentes de la nueva sociedad urbana, así como que se producen unos procesos cambiantes en los hábitos y las costumbres y por tanto en los procesos de socialización y sociabilidad, para definir la sociedad que acabará resolviendo por optar hacia un cambio de régimen.
Sin duda sí conviene al presente estudio hacer referencia, aunque sea de manera somera y no necesariamente de detallada, para establecer una contextualización adecuada, hacer unos breves apuntes en lo referido a la situación de la política y la sociedad que sometemos análisis; de este modo procede recordar como fue el 30 de enero de 1.930 cuando el monarca Alfonso XIII acepta la dimisión del General Primo de Rivera, un momento que, según el propio Barrull[5], genera, no tan solo un período de incertidumbre, si no que comprometía la existencia misma de la propia Corona.
Al General Primo de Rivera le sucedió el nombramiento del General Berenguer, para quien parece que la cuestión radicaba en como retornar al sistema constitucional sin poner en peligro el régimen, es decir el propio sistema monárquico.
El 2 de junio de 1.930, visitaban la ciudad de Lleida el monarca y la reina consorte, junto con sus hijos, D. Jaime, D. Carlos y la Infanta Dª. Cristina; la visita respondía en cierto modo a una carrera por recuperar la popularidad de la corona visitando el territorio del Estado, pues siendo la visita en día laborable, se dio fiesta a los funcionarios de la administración central y local, así como a los estudiantes del Instituto, de la Normal y a los propios seminaristas, para que acudieran al recorrido de la comitiva real.
No habremos tampoco de olvidar el denominado “Pacto de San Sebastián”, firmado el 27 de agosto de 1.930, que tendría su influencia notoria sobre el republicanismo de la ciudad de Lleida, dado que a lo largo de 1.930, las diversas organizaciones republicanas parecían avanzar hacia una aproximación de las mismas y hacia la creación de un solo partido de orientación localista republicana al año siguiente, lo que por otra parte, no seria, según Barrull más que “…una cierta debilidad de las estructuras políticas”.
Así pues llegamos a los hechos del 12 de diciembre, el pronunciamiento de los capitanes Galán y García Hernández, la clásica solución del pronunciamiento, un evento mal organizado y planificado, que fue fácilmente derrotado por las fuerzas gubernamentales y que sin embargo tenía unos ciertos puntos de apoyo en Lleida, donde un centenar de hombres más o menos armados parecían tener la intención de tomar el Regimiento de Infantería ubicado en la zona de La Panera para sumarse en el tránsito de las fuerzas de Galán y García de camino hacia Barcelona.
La represión posterior al fusilamiento de Galán y García el 14 de diciembre, por la huelga general que se convocó en Lleida y Balaguer y la clausura de los centros republicanos es a lo que atribuye la historiografía local el posterior reforzamiento de las organizaciones republicanas y lo que de hecho configuraría lo que habría de ser el carácter inestable, volátil, de la identificación republicana, finalmente, de muchos miembros de las clases populares y, en definitiva, lejos de representar al “pueblo” de forma permanente sólo podemos hablar del carácter de constante competencia con otras opciones, como lo demuestra el hecho, que puede verse en el gráfico I del anexo IV, de la evolución del voto futuro en el contexto del republicanismo identitario como tal.
III. LAS ELITES: CONCEPTO Y CONTEXTO.
Nos encontramos, desde una perspectiva general, por un lado con unas élites que provienen de la monarquía i por otra parte con una situación atípica en el contexto europeo que configuran un perfil sociológico complejo, cuyo estudio va requerir la implementación de toda una serie de variables independientes que habrá de tomarse en consideración para poder analizar con detenimiento el momento histórico que toma como referencia la presente investigación, a la vez que la escasez de los estudios sobre el tema nos abre la posibilidad y el camino hacia todo un abanico de respuestas sin contestar.
La aplicación de nuevas perspectivas metodológicas y analíticas en el estudio de las élites, que inicialmente tenían su campo propicio en los estudios de la historia local, nos permiten superar la mera relación de nombres y apellidos más o menos conocidos, para poder entrar a desvelar en toda su complejidad los procesos de formación de las élites económicas, sociales y políticas, con la interacción de esas diferentes variables que apuntábamos someramente en el párrafo anterior, estableciendo la relación global-local desde una perspectiva dinámica, solo desentrañable desde el análisis micro histórico, para determinar la construcción de una historia social de un momento concreto de la historia contemporánea, que es lo que interesa determinar a partir de este estudio.
Parece obvio que la nueva ciudad burguesa, la surgida tras la restauración, se mecía en el lento transcurrir de la vida urbana, en el que las nuevas funciones de la ciudad, como centro político y económico, no inyectó en muchas de ellas el suficiente dinamismo para cambiar el ritmo pausado del mundo de los oficios y del mundo agrario tradicional, y parece probable que sea en este contexto en el que tuvieron lugar las transformaciones asociadas a la sociedad de masas durante el primer tercio del siglo XX, momento en el cual se produjo una aceleración del tiempo histórico en medida comparada en sus dimensiones política, social, económica y cultural, sin menospreciar en estas dimensiones el contexto regional.
Se genera en el primer tercio del siglo XX, de lo que por tanto 1.930 es un claro referente, un crecimiento urbano que va aparejado al cambio demográfico que habría de conllevar la reducción de las tasas de mortalidad que a su vez habrían de permitir crecimientos de la población de signo vegetativo, a la vez que vendrían acompañados de un proceso migratorio que de forma generaliza se produce desde las zona rurales hacia los núcleos urbanos, y en este caso la ciudad de Lleida no es una excepción.
Podría parecer un hecho baladí la referencia a una etapa inmediatamente anterior al advenimiento de la II República Española, un antecedente que tiene poco reflejo en las investigaciones tanto desde una perspectiva sociológica como historiográfico y/o económica, sin embargo, si partimos del hecho que la década de los años treinta del siglo XX se halla estrechamente vinculada año a año al desarrollo de los acontecimientos generales que habrían de desembocar en las posiciones de conflicto que se tendrían a partir del final de aquella década, deberemos establecer que el año anterior al advenimiento republicano aglutina toda una serie de factores, que, en el ámbito local, amen de la situación general, desvela con relativa facilidad el contexto socio-político del momento y, por supuesto, el papel que las elites habrían de desarrollar en el desarrollo de los acontecimientos.
Debo suscribir sin ningún género de dudas la aportación que nos hace el profesor Otero Carvajal[6] en el sentido que apunta que “la estratificación social…quedaba matizada por la jerarquización social presente en los barrios, generando procesos diferenciados en la construcción de identidades y en las manifestaciones sociales, políticas y culturales. La distinción no solo operaba bajo el supuesto piramidal de la estructura social, también lo hacia espacialmente”.
De hecho este su apunte nos permite asumir, en lo circunscrito a la ciudad de Lleida y en la época que sometemos a estudio, una aseveración genérica del mismo autor al afirmar este que: “en la construcción de identidades y en las respuestas personales y sociales las clasificaciones dicotómicas conducen a reduccionismos que con su simplificación ocultan más que ilustran la compleja realidad social”.
IV. EL PAPEL DE LA ACCION URBANIZADORA Y EL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO.
De hecho cuando recurrimos a los historiadores locales, y en este caso las realizadas por el profesor Josep LLadonosa Pujol[7], difícilmente encontramos referencias explícitas a la época comprendida entre 1.930 y 1.931, posiblemente porque desde su perspectiva de estudio se trata de un corto período de tiempo que poco puede aportar al contexto general de su obra.
Sin embargo descubrimos referentes significativos, quizás lejos de poder se considerados hechos de trascendencia, pero que nos pueden poner en antecedentes del modelo de sociedad que precedió al advenimiento republicano, de hecho, en el capítulo en el Lladonosa refiere la proyección urbanística y económica de municipio entre 1.900 y 1.936, nos introduce una referencia que, a mi juicio, describe la sociedad dual en lo referido al momento en el que se centra este estudio. Dice Lladonosa que “con la aparición del modernismo se edificara rápidamente el ensanche, entorno de la colina del castillo, los arrabales de Cappont y La bordeta y se inicia la construcción de casas en las carreteras de Huesca, Torrefarrera, Albesa y Corbins y en el Campo de Marte se edificara el grupo denominado casas baratas (1.930)”, así pues con el importante desarrollo que apuntamos y que después describiremos, junto con la culminación de trabajos urbanísticos tales como el arreglo de la Rambla de Ferran, vía de comunicación longitudinal que tradicionalmente y hasta nuestros días, ha seguido al rio longitudinalmente a lo largo de las antiguas murallas, el propio muro de contención del rio Segre a su paso por la ciudad y el adoquinado de algunas de las calles interiores del denominado centro histórico, son el paso de lo que podríamos denominar una pequeña localidad a la consolidación de su propia capitalidad y con ello podemos situar-la de facto en este contexto anterior al advenimiento republicano.
Si nos atenemos a los referentes urbanísticos que nos describe Lladonosa, vemos claramente como habrían de tener un efecto posterior sobre el crecimiento de una población que se habría mantenido estable durante la década comprendida entre 1.920 y 1.930, manteniendo una cifra al cierre del trienio entorno a los 38.000 habitantes, según los datos que nos aporta el Instituto Nacional de Estadística (ver anexo III), situación esta, la de la expansión urbanística, que justifica en cierto modo el inició de un lento crecimiento demográfico que el propio Lladonosa llega a cifrar en “más de 40.000”, que podría ser la población de hecho; evidentemente el parque de viviendas había crecido, según los datos que nos aporta el propio historiador, de 3.610 que existían en 1.920 se había pasado a las 5.329 que se registran en 1.930[8], con lo que prácticamente se habría doblado el parque de vivienda urbana existente en tan solo una década.
En la construcción de las nuevas élites, por tanto tendrá mucho a ver donde se hallen asentadas, es decir en que parte de la ciudad habiten, se relacionen y desarrollen sus actividades, lo que nos permite establecer de igual modo sus ámbitos de interacción e influencia y las redes sociales o de sociabilidad, en una sociedad, la del primer tercio del siglo XX, que asienta los pasos a la que será la futura sociedad y del ocio, de la mano de loas innovaciones tecnológicas, la reducción de las jornadas laborales, la generalización del descanso dominical y la aparición de los medios de comunicación de masas, que en el ámbito local más adelante estudiaremos, una sociedad cambiante en definitiva, si bien que los cambios se producían de manera diferenciada en las grandes ciudades y en las urbes de mediano tamaño, pero iba creándose sin duda un nuevo concepto de la sociedad urbana que habría de romper con el lento devenir que caracterizaba a la sociedad de las ciudades del siglo XIX.
La posición social de una familia, no puede ser resuelta exclusivamente por su nivel de ingresos u oficio, resulta también trascendente el lugar de residencia, que influye sobremanera en la pirámide social tanto del barrio como de la ciudad, resultando además que no es lo mismo el médico, el boticario, el maestro y tantos otros en una pequeña ciudad o en un barrio periférico que en un barrio señorial de una gran urbe, de modo que la distinción no operaba tan solo en el supuesto piramidal de la estructura social, sino que lo hacía también en el espacialmente, al margen, o al menos sin tomar inicialmente en consideración rentas o fortunas.
De este modo el crecimiento urbanístico de la ciudad de Lleida en el primer tercio del siglo XX y en concreto ya llegados a 1.930, habría de configurar, que duda cabe un nuevo conglomerado social que se situaría en las zonas de ensanche de la nueva ciudad, a pesar que debemos tomar en consideración que el diseño urbanístico de pequeñas ciudades como la que nos ocupa, distaban mucho de asemejarse a los de las grandes urbes, con empeño técnico en su diseño, como el desarrollo de los planes urbanísticos de ciudades como Madrid y Barcelona, por ejemplo, diseños que no tenían su homologación en una ciudad como Lleida, que crecía a base de ocupar espacio y no a partir de un diseño preconcebido de ciudad.
Obsérvese que del comentario de Lladonosa, se puede llegar a determinar, como hay una clara tendencia a la nueva ubicación entorno a las vías de comunicación que acceden a la capital, resultando las zonas centrales para la construcción de viviendas de tipo social cuya concepción, evidentemente dista mucho del modelo de vivienda social que hoy en día se concibe, a partir de los estándares de calidad exigidos.
Esta nueva ubicación de crecimiento en los ensanches y construcción de viviendas de característica social en las zonas centrales apuntan, de algún modo a la configuración de las nuevas élites locales y por tanto también la nueva configuración de las tradiciones políticas, su permanencia o irrupción, dado que interactúan las variables temporales con las espaciales, para definir un nuevo modelo de relaciones sociales, por que los procesos de socialización también en la política han de ir necesariamente unidos a los contextos de los ecosistemas precedentes y en transformación.
V. EL PAPEL DEL ESTAMENTO MILITAR Y SU ESTATUS.
Pocas referencias tampoco encontramos, en lo referido al papel que pudiera haber podido desempeñar en lo definitorio de las elites el ejército, que se hallaba “estacionado”, es decir con asentamiento permanente, en aquella época, en la totalidad de las capitales de provincias españolas, amén de los correspondientes asentamientos en las zonas de frontera, con lo que en una provincia, siendo esta limítrofe, como en el caso que nos ocupa de la provincia de Lleida, la presencia del colectivo militar era más que substancial. Un estudio que puede resultarnos útil es el realizado por el Dr. Fidel Molina en su tesis doctoral[9], así como el trabajo realizado por los doctores Solé y Villaroya en los que relacionan el papel del ejército y Cataluña en el período comprendido entre 1.898 y 1.936[10], en los que si encontramos un referente en lo inmediatamente anterior al advenimiento republicano, un ejército que se nos define en el trabajo de Molina como “de clase media, sedentario y burocrático”, para el que lo único importante, sin embargo era “el estatus ocupado por la oficialidad en la sociedad”, aspecto último que es el que interesa al objeto de este estudio y que el doctor Molina toma de Carr[11]; señalan por otra parte Solé y Villaroya que “hay una coincidencia, en los estudios que analizan el ejército, en destacar su permanente actitud intoxicadora contra las instituciones democráticas”, que los autores detectan especialmente en los textos de los periódicos militares “El ejército español” y “La correspondencia militar”, ya fusionados en 1.928, que llegan a la II república “decantándose claramente por las campañas derechistas y antirrepublicanas”, en el ideario que lleva a la época que sometemos a estudio y que de hecho viene a coincidir con el papel que también en ese sentido jugara la iglesia, según describimos en capítulos posteriores.
Sin embargo ni Lladonosa, ni Mir, ni Barrull, ni tampoco Molina, hacen referencia alguna al papel del ejército en la posición y desarrollo de las élites en el advenimiento de la II República, salvo en el hecho del intento de asalto al Regimiento de Infantería número 25 tras el pronunciamiento de Jaca en diciembre de 1.930[12], al referirse Barrull a la posibilidad de que el centenar de hombres[13] que parecía tenían la intención de asaltar el regimiento, “podían contar en él con simpatizantes”.
Según los datos que se han podido obtener para este estudio, recogidos en el “Centro de Historia y Cultura Militar” ubicado en Barcelona y que reúne, conserva y cataloga libros, manuscritos y otros materiales bibliográficos a través de sus secciones científica, militar, histórica y Hemeroteca, en la ciudad de Lleida y bajo la denominación “otras fuerzas que residen en la región” tenía su ubicación la segunda brigada de la décima división, que dependía de la comandancia general que residía en Huesca, sede de la entonces quinta región militar, a pesar de considerarse ya en aquel entonces Lleida demarcación de la cuarta región militar, división que ubicaba además Regimientos en Reus, Vilafranca del Penedés, Barcelona, Gerona i Mataró.
En lo relativo a Lleida, en 1.930, la ciudad contaba con dos regimientos de Infantería[14], el Navarra núm. 25 i el Albuera num. 26, numeraciones correlativas[15] que se corresponden al ordinal de los regimientos de infantería existentes en la época, comandados respectivamente por los Coroneles Segundo Rivas Verded y Benjamín Romero Bartomeu.
Dichos contingentes militares, sus planas mayores, contaban con un total, entre ambos de 6 Tenientes Coroneles, de 7 coroneles, 32 capitanes, 23 tenientes, 22 alféreces y sus correspondientes capitanes médicos, capellanes y músicos de tercera, sin contar a la oficialia que habría de corresponder a la estructura del Gobierno militar de la plaza, aún residiendo el General jefe de la 2ª Brigada de la 10ª división al que correspondía el cargo de gobernador militar de la provincia en la ciudad de Huesca, que serian un total de 18 oficiales de distinta graduación, de modo que la representación del ejército en la ciudad de Lleida, a parte del más de un millar de soldados que habrían de comprender los 500 soldados de cada uno de los regimientos ubicados en la Guarnición[16], junto con el destacamento de la cuarta comandancia de tropas de Intendencia, en lo que los registros denominan “Castillo Principal”[17], ascendía a más de un centenar de oficiales y suboficiales que, obviamente por sus rangos y la cantidad de los mismos, tanto de los dos regimientos y el destacamento como de la estructura del Gobierno militar de la plaza, habrían de tener necesariamente una incidencia social destacada en una ciudad en la que habían sido destinados a residir como la que estamos describiendo en el presente estudio.
VI. EL PAPEL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
Es interesante observar que papel juegan los medios de comunicación de la época, cuando aún la radio, en opinión del Dr. Jaume Barrull[18] no disputará su batalla hasta 1.934-1.935. Así, citando a Barrull, podemos ver el papel que jugaron los rotativos El País, rotativo que desaparecería en 1.934, vinculado al Partido Liberal que “en plena crisis del régimen monárquico -1.930- acentuó su independencia para solidarizarse con el advenimiento republicano; el Diario de Lérida, nacido en 1.922, que según el historiador Josep Lladonosa es portavoz del Partido liberal-conservador y muy próximo a la opinión católica, que en 1.930-1.931 se alinea al lado del madrileño El Sol Futuro y de La Veu de Catalunya, para acaba despareciendo en 1.931, debido, según explica el periódico y recoge Barrull “a sectores respetables de la opinión católica de Lérida”.
A finales de 1.930 aparece el rotativo La Jornada bajo la denominación de Diari del Matí, que aprovecha, según Barrull “la efervescencia social y política va a extender por todo el país y las expectativas política que se abrían para la ideas republicanas”. De hecho en su manifiesto de lanzamiento el periódico pone de relieve que “Adoptará frente a todos los problemas, sin excepción, una posición netamente liberal y democrática….hará política en el más amplio sentido del término, pero no política de partido, si no de clase…”. Este rotativo acabará siendo portavoz de la coalición republicana que encabezaría en la ciudad de Lleida: Joventut Republicana de Lleida.
Otro rotativo que ya nos cita Jaume Barrull en nuestras conversaciones y que cita profusamente en sus estudios, es el diario El Correo que vino a sustituir tras su cierre al Diario de Lérida y que manifiesta en su editorial fundacional el “querer reunir a su alrededor a todos los católicos, sea cual sea su matiz político”, del que en una primera época, es decir la que nos ocupa en este estudio, en opinión del Dr. Barrull, “resulta difícil ver en sus páginas una voluntad real de abrir-se a núcleos católicos o simplemente de derechas que se apartasen de la ortodoxia carlista o del integrismo católico” , que acabaran evolucionando ya en el marco de la república hacia posiciones próximas a la CEDA y lo que la Comunión tradicionalista de la ciudad denominaría, según recoge Barrull como programa católico-liberal o liberal-católico.
VII. EL PAPEL DE LA IGLESIA CATÓLICA, DE LA CLERECÍA Y DE LOS CATÓLICOS EN GENERAL.
La última reseña relativa al colectivo católico, a través de los medios de comunicación, nos permite ver también, en la configuración de las élites políticas de la ciudad de Lleida en la época de estudio, cual era su papel relevante que evidenciaban a partir de un periódico de referencia pero que también podemos observar tanto a través del análisis que de las propiedades, i por tanto su papel en tanto que propietarios de bienes y terrenos en la configuración social de las elites urbanas que representaban al igual como ocurría con el estamento militar, al que deberemos sumar su papel como guardianes de la moral y de los valores cristianos, papel no menor, si tenemos en cuenta la destaca influencia que habrían de ejercer sobre determinadas élites entre las que además se incluían.
No en vano cabe recordar los solemnes funerales por el dictador, Primo de Rivera, fallecido en París el 16 de marzo de 1.930, celebrados en la Catedral de Lleida el 1 de abril de ese mismo año, que serian oficiados por el Obispo Manuel Irurita Almandoz quien estuvo al frente de la diócesis de Lleida de 1.927 a 1.930 y que con posterioridad seria Arzobispo de Barcelona y al que acudirían todas las autoridades, civiles y militares de la época, una muestra evidente del posicionamiento claro y diáfano del clero en el orden político y social.
De hecho éste último dato nos aporta, al menos dos perspectivas de análisis del papel de la iglesia justo un año antes del advenimiento republicano: su respecto y admiración, en paralelo, por el dictador Primo de Rivera fallecido, es decir por los ideales que aquel representaba, por un lado, y por otro la relación simbólica de la iglesia católica con el poder establecido que respectara y acatara el conjunto de normas y valores que propugnaba.
De hecho, Josep Lladonosa[19] nos cuenta que “la clerecía, que contaba con un número reducido de carlistas i algún escaso republicano, se había refugiado mayoritariamente en la Liga católica, fuerza política tenazmente contraria a Joventut Republicana”, lo que nos aclara aún más el posicionamiento del catolicismo en las derechas o como el lo describe “las derechas se apoyan en el catolicismo”.
Según el cronista oficial, hay aún dos factores más que prueban su teoría, el hecho de que existiera en Lleida un numeroso grupo de la Federación de Jóvenes cristianos de Cataluña, seguidores de las inspiraciones sociales y del apostolado del papa Pío XI y que el capítulo catedralicio contara en aquel entonces con más canónigos no catalanes que catalanes, hecho que no había ocurrido en la larga historia de la diócesis, circunstancia además que comportaba, en su opinión, “mucho más de lo que se puede suponer: el debilitamiento del catalanismo de derechas” . Si bien él insiste en un factor a-histórico, en el hecho que a pesar de la clara militancia de sus miembros, “la iglesia nunca se sintió vinculada a ningún partido”, una opinión que contrasta con los hechos incluso por él verificados.
Esta posición individual pues de los representantes de la Iglesia católica puede llevar a justificar el anticlericalismo que nos describe Jaume Barrull[20], quien tomando la definición de la Gran Enciclopedia Catalana, nos lo describe como “designación de diversas actividades, tendencias o ideas, incluso contradictorias que comprenden desde la crítica de personas o instituciones eclesiásticas hasta los ataques directos contra la misma religión” y que según Barrull aparecen en casi todos los movimientos políticos de cáliz democrático de los siglos XIX i primer tercio del XX, tanto en Cataluña como en el resto de España, al igual que en la mayoría de los países católicos.
Ciertamente para comprender la cuestión, es preciso analizarlo desde una perspectiva que no puede ser distinta a la de los conceptos democráticos de secularización del poder, es decir la separación entre Estado e Iglesia, de igual modo que del concepto de discrepancia legítima, en consonancia con la libertad de pensamiento y práctica social. Mientras desde los sectores de la izquierda pueden encontrarse lo que el propio Barrull califica de actives “prepotentes y antidemocráticas”, es decir ausentes de las características democráticas antes descritas, resulta obvio que por parte de los católicos estos solo veían ataques indiscriminados a sus creencias o prácticas.
Inevitablemente se produce una confusión clara entre religión e iglesia en las dos posiciones ideológicas contrapuestas, porque la lucha ideológica contra la religión que se impusieron las fuerzas republicanas de izquierda, necesariamente les habría de llevar a combatir también a la iglesia, pero en la fecha que sometemos a estudio el hecho solamente se halla latente, dado que en 1.929 Joventut Republicana ya manifestaba[21] que su ideario no era antirreligioso, que era consciente de la compatibilidad entre liberalismo y la concepción religiosa, a pesar que rechazaba toda compatibilidad con cualquier confesión religiosa dogmática, de hecho Humbert Torres, el primer alcalde republicano de la ciudad de Lleida y miembro de la Joventut Republicana, es descrito por Barrull como vitalmente un hombre profundamente religioso, pero igualmente racionalista, de modo que tampoco le agradaban las religiones dogmáticas, posicionamiento que mantendría en la discusión del articulado de la Constitución de la II República, en lo referente al tema religioso.
VIII. EL PAPEL DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS. EL LICEO ESCOLAR.
Aunque sea someramente, debemos hacer referencia en este trabajo al papel que desempeñaría una institución que recibió el nombre de “Liceo Escolar”, junto con la “Escuela Minerva” y cuyo papel en el mapa escolar de la ciudad de Lleida cobraría vigencia especial en un momento en el que el modelo educativo se hallaba, sustancialmente en manos de las instituciones religiosas, como por ejemplo la Congregación de los Hermanos Maristas, que se hallaba instalada en Lleida des de 1.895.
El Liceo Escolar[22] era un centro privado creado por un grupo de maestros encabezado por Frederic Godàs i Legido[23], que en 1906 iniciaron su magisterio en unos locales de la calle Cavallers, pero pronto se trasladó a “la Banqueta”, avenida de la ciudad que se encontraba paralela al río Segre, en un edificio que, como muchos de la época, fue diseñado por el arquitecto modernista Morera i Gatell; en la nómina de profesores, podemos encontrar a algunos ilustres apellidos del republicanismo catalanista de principios de siglo en la ciudad, como Arderiu, Estadella o Humbert Torres, pero también un canónigo, Marià Aparicio, un hombre de acción, Joaquim Maurin, luego fundador del Bloc y del POUM, la esposa del impulsor, la pedagoga Victorina Vila, y su continuador, Antoni Sabaté.
Godàs[24], según se le atribuye al Abogado Romà Sol, era católico pero también republicano y catalanista, y definía a su Liceo como católico pero no siendo en él la enseñanza de la religión obligatoria. Del mismo modo como afirmaba que su escuela no era republicana ni de ninguna tendencia política. En su institución escolar se enseñaba en castellano pero sin oponerse a que los alumnos cultivaran y ejercieran el catalán.
En definitiva, según los documentos históricos que se conservan i que ha intentado recopilar el Instituto Municipal de Educación del Ayuntamiento de Lleida, aunque parte de su legado se encuentra también en los fondos de historia de la educación de la Universidad de Girona Godàs planteaba una academia en la que se enseñaba a respetar las ideas, y que tenía como objetivo fortalecer la voluntad del alumno, despertar su inteligencia y robustecer su cuerpo. Frederic Godàs, que murió en 1920, creía que era más importante desarrollar la voluntad y la inteligencia del alumno a base de enseñarle métodos o proporcionarle herramientas que no la memorización abusiva de la lista de los reyes godos, sin duda esta institución pretendió llevar a la ciudad de Lleida un referente sobre el modelo de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Rios.
El centro fue destruido por un bombardeo , al parecer como objetivo previsto por la tropas nacionales, atribuyéndose inicialmente a la aviación Alemana en 1.937, si bien recientemente se ha cuestionado esta teoría, apuntando que puede ser, según unas investigaciones realizadas por el Departamento de Historia de la Universidad de Lleida, para unos reportajes publicados por el rotativo Segre sobre la guerra civil, que se tratase de la aviación italiana, la causante del bombardeo y de la masacre.
Si tomamos en consideración que prácticamente fueron treinta años ininterrumpidos de actividad docente desde una perspectiva liberal, tanto desde el punto de vista del pensamiento como de las formas en contraposición con los centros docentes doctrinales existentes en la ciudad, podremos concluir que habría contribuido tanto desde el Liceo, como desde la escuela a la formación de no pocos escolares, y por tanto a enraizar en sus mentes unos determinados conceptos y una determinada manera de entender el entorno, el contexto y la sociedad en la que habían de vivir, y sin lugar a dudas aportando una contribución importante en la medida que hubiera podido formar a una parte de las elites locales que se hubieran formado en sus aulas .
Es probable que un estudio en profundidad sobre el valor sociológico de las enseñanzas impartidas desde el Liceo Escolar y la Escuela Minerva, a realizar, nos pueda revelar y nos permita entender aquel papel que le tocó a esta “institución” jugar basándose en dos conceptos teóricos, los fundamentos de la pedagogía institucionista –de la I.L.E.-, por un lado y, por el otro los presupuestos filosóficos tales como el Krausismo que con toda probabilidad le inspirarían.
IX. LAS VARIABLES SOCIO-ECONÓMICAS.
Para poder entrar a analizar las elites políticas del primer tercio del siglo XX, aunque sea a partir de una visión local, es del todo necesario a mi modo de ver, el poder tomar en consideración i establecer por tanto un esquema adecuado que nos permita observar a vista de pájaro cuales eran las características que definían aquella ciudad que cerraba el primer tercio del siglo pasado.
En primer lugar, de aquellas variables socio – económicas, que nos habrán de permitir establecer, o cuando menos conocer aunque sea someramente, como se estructuraba la población activa, i por tanto la “demos” en la ciudad de Lleida, habrá que hacerlo analizando los diferentes sectores que compondrían su estructura, su esquema económico y del que se habrían de derivar sus pautas de relación social partiendo del estatus que de él se derivan y por tanto en su contribución a determinar la tipología que habría de definir sus elites.
En segundo lugar analizaremos el grado de alfabetización o su contrario de analfabetización de la población establecida en el contexto urbano de la ciudad de Lleida, estableciendo su comparación con los parámetros que se dan respecto de su contexto geográfico y demográfico.
En tercer lugar pretendo tomar en consideración las ratios relativas a los parámetros de la riqueza agrícola o industrial vinculadas estas que nos han de permitir, a partir de las mismas, poder delimitar de nuevo, desde variables diferenciadas, el perfil de su elites y poder de este modo profundizar ya, ahora, en su localización, entendida esta como la formación de las elites en el ámbito local de una capital de provincia como la ciudad de Lleida, en el año 1.930.
El contexto en el que se desarrolla la vida social, política, económica, religiosa, educativa, etc. permite conocer, también, la topología de la sociedad sometida a estudio, y por tanto ver cual era la estructura social de que se dotaba, más en concreto observar y analizar de que modo se establecían los criterios que habrían de definir el establecimiento de las élites locales que necesariamente habrían de verse vinculadas al pensamiento y a la acción política.
Es por eso que en el presente estudio se quiere determinar aquellos aspectos que, a modo de ver de este autor, permiten definir claramente la sociedad y los modelos de sus élites a partir de una contextualización que hemos descrito a lo largo de este trabajo.
POBLACIÓN ACTIVA Y SECTORES SOCIO-ECONÓMICOS.
Un estudio de la cámara de comercio de Barcelona[25] a finales de la década de los 60 nos revela, como en la década de los años 30 el proceso de desactivación laboral del sector primario, había iniciado su lento proceso de transferencia del ejército laboral hacia los sectores secundario y terciario, obviando por su puesto el cuarto sector que aparece muy tardíamente en el último tercio del siglo pasado; sin embargo en una comparativa con el global de España, a partir de los datos de los estudios de Ramón Tamames[26], vemos que los ratios no son asimilables, dado que el peso del sector primario viene a doblar en el promedio español al promedio catalán, de modo que, como refiere el profesor Albert Balcells[27], “a la luz de la evolución demográfica, que refleja la evolución económica y cultural, pueden comprenderse profundamente las disparidades entre la evolución política catalana y la de la España agraria”.
Es justamente esa diferencia substancial que nos presenta una España donde se da todavía un muy importante peso del sector primario, frente a un Cataluña donde el peso de su potencial económico se ha movido hacia el sector secundario o industrial – 10 puntos pierde la población activa catalana del sector agrario i 13 aumenta la del sector industrial entre 1.910 i 1.930-; por otra parte nos encontramos con una paradoja estructural, dado que la circunscripción de Lleida en 1.930 mantiene unos porcentajes de población activa en el sector primario, agrícola y ganadero, que supera, con creces, no ya a la media de Cataluña, si no también a la media de España, más aún si resaltamos la opinión de Conxita Mir[28], que considera que los sectores secundario y terciario, no son más que, en Lleida, “una actividad quasi completamente subsidiaria del sector primario” (ver anexo I).
Así pues con más de un 60% de población activa vinculada a la ganadería y la agricultura, la demarcación de Lleida presenta un panorama característico y diferenciado, tanto del resto de provincias de su referente geográfico, con casi un 27% de población dedicada a la agricultura y la ganadería, como en lo referido a la media de las resto de las del resto de España que con un porcentaje elevado, más del 45% de la población activa se vincula al sector primario en un porcentaje inferior al de la demarcación de estudio, Lleida.
Sin embargo, el único dato de las variables económicas de los índices de población activa por sector, aún no nos permiten determinar por si solo el modelo o perfil de la elite, ahora sabemos que configura un modelo de corte rural pero habrá que recurrir a más variables que nos permitirán cuando menos establecer un perfil, determinar en definitiva una objetivación de las élites políticas de aquella Lleida del primer tercio del siglo XX, su relaciones sociales y su relaciones y vinculación con el poder.
Un dato significativo nos lo apunta el profesor Tuñón de Lara[29], quien estima que la mitad de la población agraria española son obreros agrícolas sin ninguna propiedad; de la otra mitad casi el 50% son arrendatarios o aparceros, mientras que la otra mitad, propietarios de todo género, entre los que se encuentran agricultores medios, pobres y muy pobres, y solo una minoría que Tuñón estima en un 1,88% del total son propietarios terratenientes y rentistas.
ANALFABETISMO O NIVELES DE ALFABETIZACIÓN.
Uno de los datos que estimaremos como importantes es la evolución del analfabetismo, que incide en similar importancia como variable de igual modo como lo hacen la variable de la riqueza rústica o la variable de la contribución o riqueza industrial.
Cuando analizamos la variable de la alfabetización, es donde si se asemejan los perfiles a los del resto del Estado. Según los estudios del índice de analfabetismo en España[30], es en el perfil de la demarcación de Lleida que se halla incluso por debajo de la media en una comparación que toma como partida los años 1.920 i 1.940 (ver Anexo II) y nos encontramos con una reducción drástica de los índices de analfabetismo, aún a pesar que en el ínterin se produjo la sublevación militar i la guerra civil, lo que pone de manifiesto el trabajo desarrollado en materia de la educación elemental por parte de los gobiernos republicanos, aspecto que incide ampliamente en los índices de desarrollo humano que serian aplicados posteriormente, en definitiva “un amplio proceso de alfabetización generalizada”, como lo define la profesora Conxita Mir.
De hecho ya en 1.920, la diferencia entre las ratios de España y Lleida en analfabetización estaba 12 puntos por debajo en la demarcación de Lleida respecto de la media del Estado , lo que revelaba un mayor nivel de alfabetización que la media española, nivel que llega a igualarse entre 1.939 y 1.940 hasta un +/- un 23% de la población en ambas bases estadísticas, la española i la de Lleida, lo que pone de relieve y destaca lo que decíamos en el párrafo anterior en lo relativo al amplio y extenso proceso de alfabetización levado a cabo en nuestro país con el advenimiento de la II República.
DE LA RIQUEZA RÚSTICA Y DE LA RIQUEZA INDUSTRIAL.
Otra variable que incide en la configuración del contexto social de la época y, por tanto también, en la definición del modelo de elites políticas, dentro de las que podemos considerar variables económicas, es aquella que nos determina la riqueza rústica, lo que substancialmente nos permite definir unidades geoeconómicas que a su vez nos habrían de permitir establecer el modelo del propietario rural, a partir del reparto de la riqueza rústica, una vez que hemos podido determinar que el principal sector de desarrollo económico de la demarcación es el sector primario y por tanto el agrícola y ganadero en el entorno de 1.930. De hecho el censo agrario de 1962 nos pone de relieve las características de las explotaciones agrarias en nuestra demarcación, como bien señala la profesora Mir, para su estudio sobre caciquismo político y lucha electoral.
Siguiendo los datos que nos aporta el estudio de Conxita Mir parece que se da la existencia de lo que ella denomina “terratenientes absentistas”, en su comparación con la participación en los procesos electorales y su detección a partir de los datos de contribución fiscal, siendo el principal terrateniente detectado por la profesora el Capítulo Catedralicio de la ciudad de Lleida, de manera que ello nos permite apuntar ya un perfil de las elites de Lleida: propietarios rurales e iglesia como puntos de partida.
Pero como decíamos es necesario acudir también a la riqueza industrial que fundamentalmente se centra en comarcas próximas o propias de la capital, donde como opina Mir “la industria en Lleida no puede considerarse como el su concepción más inmediata, donde industria es igual a fábrica, cabe considerar en el modelo industrial de Lleida como un conjunto de actividades artesanales, comerciales, etc., de un conjunto de sector secundario con escaso peso específico dentro del conjunto de la población activa de la provincia que, casi siempre aparece como subordinado o subsidiario del sector primaria.”
X. BIBLIOGRAFIA.
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- Barrull Pelegrí, Jaume. “De la Monarquía a la República, el 14 de abril de 1.931 a la ciutat de Lleida” Ajuntament de Lleida. Col.lecció antropològica. 1997.
- Barrull Pelegrí Jaume. “La cultura a les terres de Lleida 1.930-1.936”. Museu de Tàrrega. Revista URXT nro. 14, Pág. 225-235. 2001.
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- Barrull, Jaume, Jarné, Antonieta y Mir, Conxita. De la restauració al franquisme. Ed. Pagés. Lleida. 2003
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- Echauz, Pau. “Aquel Liceo Escolar”. La Vanguardia, 01-05-2006.
- Informe económico de Cataluña, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona, 1968.
- Fondo documental del Instituto Nacional de Estadística. Anuarios estadísticos.
- Fondo documental del Centro de Historia y Cultura Militar. Barcelona. División territorial Militar de 1.930-1.931 y Regimientos de Infantería, Escalas por cuerpos del ejército activo de 1.930-1.931.
- Lladonosa Pujol, Josep. “Història de la ciutat de Lleida” Ed. Curial. Barcelona, 1980
- Ministerio de Agricultura. Censo Agrícola de Cataluña. 1962.
- Miñambres, A, Capell Serra, A. i González M. “Aproximación historico pedagògica del fet regional a Lleida del primer terç del segle XX” Competecs - UdL. Publicacions Llibres Toronja, 1.985
- Mir, Conxita. Lleida (1890-1936): Caciquismo polític i Lluita electoral. Publicacions de l’Abadia de Montserrat., Barcelona, 1985.
- Molina Luque, Fidel. “Quintas y Servicio Militar: Aspectos sociológicos y antropológicos de la conscripción (lleida 1868-1960)” Servei de publicacions de la Universitat de Lleida. 1.998
- Otero Carvajal, Luís Enrique. “Las ciudades en la España de la Restauración 1.868-1.939”. Ponencia VII Jornadas de Castilla La Mancha sobre investigación en archivos. Guadalajara. 2005
- Sánchez, José y Mateos, Miguel Ángel. Elecciones y partidos en Albacete durante la II República, 1931-1936.
- Solé, Josep M y Villarroya, Joan. “L’exèrcit i Catalunya (1.898-1.946) Badalona (Barcelona) Llibres de l’índex. 1990.
- Tamames, Ramón. Estructura económica de España. Estudios y Publicaciones, Madrid, 1964.
- Tuñón de Lara, Manuel. Poder y sociedad en España, 1900-1931, Espasa Calpe, Madrid, 1992.
- Vilanova, M.: Atlas electoral de Catalunya durant la Segona República, Barcelona, Fundació Jaume Bofill / Edicions La Magrana. 1986.
Anexo I
Población activa en Cataluña por sectores en 1.930
Primario
Secundario
Terciario
26,63%
50,76%
22,09%
Elaboración propia.
Fuente: Informe Económico de la Cámara de comercio de Barcelona 1968
Población activa en España por sectores en 1.930
Primario
Secundario
Terciario
45,51%
22,13%
27,35%
Elaboración propia.
Fuente: informe de estructura económica de Ramón Tamales en 1964
Población activa en Lleida por sectores en 1.930
Primario
Secundario
Terciario
65,06%
17,96%
16,97%
Elaboración propia.
Fuente: Tesis Doctoral de Conxita Mir en 1.985
Anexo II
Índice de analfabetismo en España
1920
1940
56,2%
23%
Elaboración propia.
Fuente: Sánchez y Mateos, estudio partidos 1931-36 en Albacete
Índice de analfabetismo en Lleida
1920
1940
44,89%
22,97%
Elaboración propia
Fuente: Conxita Mir, estudio caciquismo político y lucha electoral (1931-1936). 1985
Anexo III
Evolución de los resultados provisionales del Censo en Capitales de provincia, relativo a la ciudad de Lleida
Cuadro A: POBLACIÓN DE HECHO Y DE DERECHO
Año
Población de Hecho
Población de Derecho
1.910[31]
24.432
21.352
1.920[32]
35.075
34.490
1.930[33]
38.680
38.641
Elaboración propia.
Fuente: Fondo documental del Instituto Nacional de Estadística, anuarios estadísticos[34]
Cuadro B: POBLACIÓN DE HECHO
1.900
21.432
1.910
24.531
1.920
38.165
1.930
38.868
Elaboración propia.
Fuente: Fondo documental del Instituto Nacional de Estadística, Anuarios estadísticos, censo de población de hecho[35]Anexo IV. Gráfico I
El presente gráfico fue presentado en la ponencia “El republicanismo catalán (1840-1931): sociología y formas de movilización popular”, en las jornadas de debate inter-universitario organizadas por la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Girona, La Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y el Museo de Historia de Cataluña en su sesión de Girona del 24 de marzo de 2006, a partir de M.VILANOVA (1986:215, 218, 224, 226, 233, 235, 247, 249, 259 y 261); en el se considera como partidos republicanos a los que se sitúan en el espectro parlamentario de la izquierda según la definición de M.VILANOVA (1986:207 y 209), que incluye, además al Partido Radical al que también por sus peculiares características debe de considerarse también como republicano, además de las candidaturas de Rovira i Virgili en 1931 y de Azaña en 1933. No se conservan datos de la provincia de Barcelona que puedan ser comarcalizados para 1933. Como al parecer tampoco se dispone de datos para la comarca del barcelonés, a excepción de los de la propia ciudad de Barcelona.
Anexo V. Grafico II
Este mapa corresponde a la división comarcal catalana vigente durante la Segunda República española. La comarca se establece como una entidad geográfico-política i demográfica, fundamentalmente a partir de las relaciones de mercado prévias de las poblaciones “capitales” en el territorio, que establecen “per se” unos núcleos o nichos territoriales de influencia socio-político que parten, además, de la tradición hagiográfica por la que se establece un especial núcleo de pertenencia vinculado esencialmente a la “natio”, es decir al lugar de nacimiento y en este supuesto también de residencia, que vincula específicamente unos determinados territorios a partir de unas determinadas características que los hace diferenciarse de los territorios vecinos.
[1] Dr. Jaume Barrull Pelegrí, Vice-rector de Actividades Culturales y Proyección Universitaria y Director del Departamento de Historia de la Universidad de Lleida.
[2] Dra. Conxita Mir Curcó, Profesora titular del Departamento de Historia de la Universidad de Lleida
[3] Tuñón de Lara, Manuel. Poder y sociedad en España, 1900-1931, Espasa Calpe, Madrid, 1992. p. 304-308
[4] Barrull, Jaume. Una mirada a los hechos de 1.936. Diario La Mañana, 30-07-2006. p. 3-6
[5] Barrull Pelegrí, Jaume. “De la Monarquía a la República, el 14 de abril de 1.931 a la ciutat de Lleida” Ajuntament de Lleida. Col.lecció antropològica. 1997
[6] Otero Carvajal, Luís Enrique. “Las ciudades en la España de la Restauración 1.868-1.939”. Ponencia VII Jornadas de Castilla La Mancha sobre investigación en archivos. Guadalajara. 2005
[7] Lladonosa Pujo, Josep. “Història de la ciutat de Lleida” Ed. Curial. Barcelona, 1980.
[8] Lladonosa Pujo, Josep. “Història de la ciutat de Lleida” Ed. Curial. Barcelona, 1980.
[9] Molina Luque, Fidel. “Quintas y Servicio Militar: Aspectos sociológicos y antropológicos de la conscripción (lleida 1868-1960)” Server de publicacions de la Universitat de Lleida. 1.998
[10] Solé, Josep M y Villarroya, Joan. “L’exèrcit i Catalunya (1.898-1.946) Badalona (Barcelona) Llibres de l’índex. 1990.
[11] Carr R. y Fusi J. P. “España de la dictadura a la democracia” Barcelona, Ed. Planeta, 1.979
[12] Ver detalle en el título II, Introducción.
[13] Se estima que serian un centenar de hombres por que la prensa de la época cifró las detenciones en unos 80 hombres y hubo algunos huidos y no localizados, de modo que la cifra es aproximativa
[14] “División territorial Militar de 1.930”, Capítulo VII, Pág. 135.
[15] “Regimientos de Infantería, Escalas por cuerpos del ejército activo de 1.930”. Capítulo XIV. Pág. 754 y 755.
[16] “División territorial Militar de 1.930”, Capítulo VII, Pág. 138 y 139.
[17] Se conoce como Castillo Principal la ubicación que tradicionalmente habían hecho las tropas asentadas en la ciudad de Lleida en la antigua catedral conocida como la Seu Vella (Seo antigua, que corresponde a la antigua sede episcopal, dado que la nueva sede catedralicia se hallaba ubicada en el centro de la ciudad en una catedral neoclásica), monumento histórico que preside la ciudad desde la colina que recibe su nombre y que hasta la retirada definitiva del ejército a un montículo que se halla en otra colina de la ciudad donde se ubicaron en el siglo XII los Templarios y donde se levantó el acuartelamiento de “Gardeny”, recibió las tropas que se asentaban en esta ciudad ya des de la Felipe V.
[18] Barrull, Jaume. “Les Comarques de Lleida durant la segona República (1.930-1.936) Barcelona. L’Avenç. 1986
[19] Lladonosa Pujo, Josep. “Història de la ciutat de Lleida” Ed. Curial. Barcelona, 1980.
[20] Barrull, Jaume. “Les Comarques de Lleida durant la segona República (1.930-1.936) Barcelona. L’Avenç. 1986.
[21] Lleida, número 90, de 29 de Febrero de 1.929
[22] “Memòria del segle XX” (Capitulo 5, pp 73-88) Jaume Barrull.. Diario Segre 2001
[23] “La cultura a les terres de Lleida 1.930-1.936” Jaume Barrull. Museu de Tàrrega. Revista Urxt nro 14, Pág. 225-235. 2001
[24] “Aquel Liceo Escolar”. Pau Echauz. La Vanguardia. 01-05-2006.
[25] Informe económico de Cataluña, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona, 1968
[26] Tamames, Ramón. Estructura económica de España. Estudios y Publicaciones, Madrid, 1964.
[27] Balcells, Albert. Cataluña Contemporánea II (1900-1939). Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 1979
[28] Mir, Conxita. Lleida (1890-1936): Caciquismo polític i Lluita electoral. Publicacions de l’Abadia de Montserrat., Barcelona, 1985.
[29] Tuñón de Lara, Manuel. Poder y sociedad en España, 1900-1931, Espasa Calpe, Madrid, 1992.
[30] Sánchez, José y Mateos, Miguel Ángel. Elecciones y partidos en Albacete durante la II República, 1931-1936,
[31] Anuario INE 1.901-1.920
[32] Anuario INE 1.920
[33] Anuario INE 1.930
[34] http://www.ine.es/inebaseweb
[35] Anuario INE 1900-1930